But some animals are more equal than others”
-George Orwell-
Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros. Nunca olvidaré esta frase de George Orwell de su libro Animal Farm, porque a pesar de que era una crítica hacia Joseph Stalin, no costó mucho acoplarla a nuestro país: Guatemala.
Relacionar de manera sinérgica temas como: seguridad democrática, justicia, Derechos Humanos, construcción de ciudadanía y lucha contra la impunidad parece un reto. Sin embargo en Guatemala son temas que día a día se manejan sin advertirlo e incluso se viven. Son páginas en los periódicos, charlas de autobús y en familia. Desde una marcha pacífica, por parte de los habitantes de San Juan Sacatepéquez, que visita la capital para sólo hacer “tráfico” y la vida imposible, hasta el coordinar, vía facebook, una protesta frente al Palacio Nacional por el esclarecimiento de la muerte de Rodrigo Rossenberg –ah si, más tarde se incluyeron los conductores de autobús y otras víctimas-. Las catastrofes de este tiempo no excluyen género, etnia, raza, ni edad. Como el Guernica de Pablo Picasso es un país donde más allá que color, para muchos, impera: desesperación, dolor, agonía, incertidumbre, muerte y pena.
¿Reglas de quién?
Todos los grupos sociales establecen reglas, en determinado momento y bajo ciertas circunstancias, también intentan aplicarlas. Los Derechos Humanos no son la excepción, al ser históricamente reconocidos como la afirmación de la dignidad de la persona frente al Estado. Su reconocimiento y protección universales representa una revalorización ética y jurídica del ser humano. Un sistema de normas y formas de convivencia; instrumento regulador de la vida social. Pero siempre existe alguien que se desvía del grupo de reglas, en todo caso existen excepciones. Usualmente se tiene la imagen de un marero u otro actor similar como el desviado de dichas normas, es visto como esa persona que con su comportamiento rompe reglas. ¿Por qué no imaginarse el perfil de un funcionario público o el dueño de una empresa? ¿En lugar del marero?
Prueba de ello es cómo se tiene visto a Guatemala: un Estado de ingobernabilidad, un incipiente e ineficiente Estado de Derecho y constantes violaciones a los Derechos Humanos. El clamor de población que exige justicia y extrema que pobreza desaparece todo intento de dignidad humana. El medio ambiente, la corrupción, la inversión social, la inversión bancaria, entre otros están en riesgo, son vagamente atendidos e incluso invisibilizados. Todo ello producto de las excepciones. Los conservadores gobernaban Guatemala como si fuera su finca. Hoy en día los actores son distintos, pero la esencia sigue presente.
Inseguridad en la Seguridad
La dulce teoría se transforma, entonces, en amarga realidad. Y eso amargo o nos salva o nos hunde a todos. El simple hecho de leer lo que define Seguridad Democrática, genera inseguridad, por no decir decepción. Aunque se vea contradictorio puede ser una manera de describir o más bien expresar lo que por escrito debería ser, pero por otro lado se observa en cada esquina lo que realmente es.
Sin necesidad de leer estadísticas, o algún estudio en particular, se ven niños en la calle pidiendo dinero y sin hogar. Trabajan día a día para sus dueños, porque no son más que esclavos de la persona que les pide recolectar doscientos quetzales porque esa cuota es la que los niños deben por tener ropa, zapatos y comida.
Igualmente la reducción que se hace en Guatemala de la democracia, en simple pluralismo político, donde no corresponde al pueblo elegir una política, más bien contentarse con escoger entre varios proyectos elaborados por una élite social e intelectual que reparte sus competencias entre varios equipos de gobierno.
Pasear por las calles con tranquilidad es sólo un sueño y tener estabilidad laboral también. Despidos masivos e injustificados, en empresas distintas, se dieron en este año –yo soy testigo y afectada- El cierre de bancos. La corrupción pasó hace muchos años las puertas del Estado. ¿Cómo no atravesar la de nuestros hogares? Se habla de seguridad aquí, seguridad allá. ¿Se demuestra?
Seguridad Nacional, de acuerdo a El Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica –TMSDCA- define como: “… el respeto, promoción y tutela de todos los derechos humanos, por lo que sus disposiciones grantizan la seguridad de los Estados centroamericanos y sus habitantes, mediante la creación de condiciones que les permitan su desarrollo personal, familiar y social en paz, libertad y democracia. Se sustenta en el fortalecimiento del poder civil, el pluralismo político, la libertad económica, la superación de la pobreza y pobreza extrema; la promoción del desarrollo sostenible, la protección del consumidor, del medio ambiente y del patrimonio cultural; la erradicación de la violencia, la corrupción, la impunidad, el terrorismo, la narcoactividad y el tráfico de armas; el establecimento de un balance razonable de fuerzas que tome en cuenta la situación interna de cada Estado y las necesidades de cooperación entre todos los países centroamericanos para garantizar su seguridad…”. Comparando esta definición con lo anterior, es posible que en Guatemala, más que Seguridad Democrática, se aplique una forma peculiar y original de Inseguridad Democrática.
Guatemala: ¿somos o nos hacemos?
Estamos en un escenario donde sólo somos los actores de la obra. El escenario está repleto de los que no desean participar en la misma, repleto de desviados. Los desviados más allá de ser expectadores son los que manejan la situación. ¿Qué espera un actor para reconocer que ha hecho buen trabajo? Aplausos, gestos de aprobación por parte de los que observan, los que no participan dentro las reglas acordadas que transmiten dignidad a la persona: los desviados.
Hoy más que nada es común pedir a los intelectuales opinión e incluso solución a las catástrofes políticas, sociales, económicas y religiosas. Sin embargo llegan a la conclusión de que la indiferencia es la que impera, son tiempos posmodernos. Sin embargo va más allá de indiferencia. ¿De donde surge esta indiferencia?
Se crean “escenarios”, situaciones determinadas, que llevan a las culturas hacia un comportamiento distinto del que poseen, como el de indiferencia. ¿Cómo es esto? Naomi Klein lo menciona: Terapia del Shock. Si es posible cambiar a un ser humano para obtener información confidencial y lograr que haga lo que se le ordene. ¿Por qué no a una sociedad entera? A través de un impacto: Conflicto Armado Interno, el desasatre más grande en los últimos tiempos del país, generó conmoción y confusión que permitió hacer reformas impopulares e impactó la psicología social del país. Más que indiferencia, dio rienda suelta al miedo entre los habitantes de volver a rebelarse contra el sistema.
Más que escribir, queda actuar y cambiar de nuevo esa indiferencia que impera en la sociedad. Recuperar la tranquilidad y estabilidad es el reto. Lo anterior es nada más que una aproximación a temas que poseen distintas partes para poder abordar, sin embargo, desde algo debe empezar.
Social