Camino por la plaza y los libros de la feria me atraen... durante más de una hora recorrí con la vista varios títulos hasta llegar a uno: Esclavos. Al inicio lo hace viajar uno hacia el siglo pasado en épocas de conquista, pero no: Esclavos en el siglo XXI.
Ante esto me apresuro a ojear un poco el contenido de la revista y mientras las imágenes van impactando cada vez mis sentimientos, especialmente la de un niño de diez años que trabaja catorce horas al dia en una industria de telas de seda expuesto a venenos y con los pies sangrando, me hace levantar la vista y ver el horizonte de la plaza de los mártires. ¿Es posible? Y sin necesidad de confirmarlo por medio de la revista recién ojeada a pocos metros de mi existencia un niño de diez años pasa con su caja para lustrar zapatos. Entre la multitud de estudiantes que pasan sin observarlo él continúa su camino viendo al piso para ver a quién le puede lustrar los zapatos. Observo cómo se va retirando y me siento a escribir mis pensamientos.
Es inaudito cómo pueden ciertas personas continuar aceptando que el mercado mundial debe ser libre. ¿Libre para quién? Ya que son niños, seres humanos que sacrifican más que su dignidad, su vida para poder contribuir en la elaboración de materiales que puedan satisfacer necesidades -en su mayoría innecesarias-. ¿A eso cómo se le puede llamar?
Ante esto me apresuro a ojear un poco el contenido de la revista y mientras las imágenes van impactando cada vez mis sentimientos, especialmente la de un niño de diez años que trabaja catorce horas al dia en una industria de telas de seda expuesto a venenos y con los pies sangrando, me hace levantar la vista y ver el horizonte de la plaza de los mártires. ¿Es posible? Y sin necesidad de confirmarlo por medio de la revista recién ojeada a pocos metros de mi existencia un niño de diez años pasa con su caja para lustrar zapatos. Entre la multitud de estudiantes que pasan sin observarlo él continúa su camino viendo al piso para ver a quién le puede lustrar los zapatos. Observo cómo se va retirando y me siento a escribir mis pensamientos.
Es inaudito cómo pueden ciertas personas continuar aceptando que el mercado mundial debe ser libre. ¿Libre para quién? Ya que son niños, seres humanos que sacrifican más que su dignidad, su vida para poder contribuir en la elaboración de materiales que puedan satisfacer necesidades -en su mayoría innecesarias-. ¿A eso cómo se le puede llamar?
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