miércoles, 29 de septiembre de 2010

Bártulos

Mi día de descanso además de ser peculiar por ser entre semana, me perturba siempre con algún tema. Esta vez el desayuno me acompañó con una especie de reflexión o más bien diálogo interior. Todo por observar un programa de obsesivos compulsivos, personas extremadamente enfermas por el deseo de acaparar cosas materiales. You name it y lo tienen.

Es triste ver cómo gastan su dinero, tiempo y desgastan sus relaciones sociales tpor el simple hecho de querer tener más. Me tomé la libertad de apagar el televisor luego del programa y observé detenidamente mi habitación. Empecé a cuestionar si todo lo que guardo (no es que sea exactamente como ellos) bueno al menos lo poco que guardo, es realmente importante. Luego de juntar una pila de papeles, marcadores, cartulinas, etc. me di cuenta que debemos no viajar más ligero, sino vivir más ligero. Hay tantas cosas que no se necesitan, sin embargo las queremos tener o nos hacen querer tenerlas y me rehuso a caer en la tentación. Mientras menos dependencias tengamos, más felices seremos.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Trampa

espejismo intelectual rodea mi existencia y no puedo continuar... una palabra y seduce toda la afición a la vida e intelecto que reduce mi ser a lo más mínimo... me asombro y recuerdo todo lo que me haces pasar y de nuevo te atraviesas en otro cuerpo, para que caiga de nuevo en la trampa... rodeo mis pensamientos de recuerdos negativos, para que no vuelva a caer en ese pensamiento impositivo... aunque me quede perpleja y admire tu afición, es sólo una adicción que no es realidad...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Besos a las seis

-4-

Ya es un juego de palabras que cuando salen de tu boca dicen amor. Susurro y sonrisas se arrastran sobre él. Aprovechado, cuervo del mal, los detalles son vagabundos, incoloros, nauseabundos... alejan de la realidad, espuma, nada más! Las palabras se arrastran como una vida enjaulada, atada a mi oscuridad de placer. Ya es placer, bendito placer que me da alegría, me hace aferrarme a esta vida. Un segundo, luego un beso. Ahora se pierde en la despedida...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Caperucito Rojo

-1-

Erase una vez un niño de ocho años, que vivía con su mamá y dos hermanas. La hermana más pequeña tenía cuatro y la otra tres. Jugaban día y noche, cuidando siempre de ellas mientras mamá se iba al trabajo. Casi no la veían, incluso el fin de semana.

El niño extrañaba a su mamá, pero sabía que él y sus hermanitas tenían que comer. Para pasar el tiempo, dentro el gran cuarto donde habitaban, tenían grandes aventuras. Una vez imaginaron estar en una nave espacial y se dirigían hacia un planeta lleno de dulces que ni en la tierra existían. También había un sinfín de toboganes que llevaban a una piscina de chocolate. Vencieron vikingos espaciales y atravesaron más de 27 lunas azules malolientes, para disfrutar caramelos y paletas sabor mantequilla, tortilla y frijol. Cuando estos tres se mezclaban, era un manjar de dioses.

Día a día, había una aventura nueva por descubrir. Si no era en el lejano oeste para cazar el ala de pollo más grande y mala del pueblo, era en el océano para combatir tiburones y encontrar la cama más cómoda del mundo.

Un día su madre lo llamó y le dio una misión. Tenía que salir del cuarto de bártulos y entregar un paquete a su abuelita. La madre se miraba nerviosa y no dejaba de fumar, mientras caminaba de un lugar a otro. Ella lo alistó y le puso una sudadera roja, que por cierto le quedaba algo grande. Y dentro una pequeña mochila introdujo el paquete y golosinas.

Él se sentía nervioso y feliz, porque no conocía a su abuelita y llevar el paquete sería toda una excursión. Le dio instrucciones sobre cómo llegar y mientras lo hacía una lágrima corrió por su rostro hasta llegar al sudadero del niño. Se impregnó como un recuerdo en la tela y le plantó un gran beso en la frente. Al pasar por la puerta un hombre estaba allí, recostado y lo observaba muy serio. El niño no le dio importancia y siguió a la aventura. Salió sonriendo, casi no salía de casa y la refacción que llevaba le hacía agua la boca. Gaseosa y golosinas, lo animaban más.

Al salir el sol del medio día le pegó en los ojos y le fue difícil ver, buscó sombra en las casas y se dirigió a la salida del callejón.

martes, 14 de septiembre de 2010

Besos a las seis

- 3-
Uno más, ya común. Nos acoplamos y a disfrutar. Las sombras acechan alrededor, no importa si nos ven. Suavidad, ternura y una mordida. El corazón se agita y se siente calor. Los cuerpos se acercan y continúa bajo el sol. Nada pasa por la mente, sólo por el corazón.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Una desdichada siesta.

Ya estaba oscuro y la noche corría por las venas. ¿Sueño o realidad? No importaba, no se podía mover. Quería hacer algo pero el cuerpo no respondía. No le entró la desesperación, estaba demasiado cansada para pelear con la nada. Cerró los ojos o creyó cerrarlos.


Miró distraída al entorno de su interior. ¿Qué veía? Nada. Se asustó. ¿Cómo era posible? ¿Quién se había robado la imaginación? Ya era tarde, la oscuridad había alcanzado su mente. Remojó el vacío con sus lágrimas, se sentía desdichada y húmeda.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El escondite mágico

Ese día la despertó una fresca brisa y campanas coloniales. Estaba lejos de la ciudad y del hogar. Escapar no era su especialidad, pero hace un par de días se sentía diferente y se atrevió.

No estaba en un sueño, allí a su lado estaba él. Su cuerpo estaba descubierto y aún dormía. No quiso despertarlo y sólo apreciaba su sonrisa. Sus ojos no asimilaban la situación, pero dejó de importarle y se dejó llevar.

De repente abrió los ojos, se vieron con amor y tristeza, tenían que regresar. Sabían muy bien que se apartarían de nuevo y pasaría un tiempo incierto para volver a estar juntos.

Mientras se vestían una lágrima recorrió su rostro, la guardó en el bolsillo de su pantalón, sonrió, aún tenían el escondite mágico.

El llanto

Los ojos se abrieron. El reloj acababa de dar las dos de la madrugada y ella sabía muy bien que podía dormir cuatro horas más. Tenía cuatro horas de paz, para estar lejos de esa conservadora y rutinaria vida.

No había pasado el minuto cuando una mujer gritó, su llanto era fantasmal. ¿La llorona? Alguien sufría en la madrugada. No podía dormir, el llanto continuaba. Prestó atención, esta vez no era el recién nacido que florecía en algún lugar cercano, era un alma en pena. Una mujer joven que no se entendía lo que decía entre las pausas de delirio.

Imaginó motivos por los cuales se lamentaba. El llanto se alejó o fue el sueño que la venció.

Besos a las seis

-2-
El amor es más intenso y un roce de labios no basta. Tiene que ir más profundo, sin respirar. ¡Que me lleve más allá de la noche! Los ojos no ven, sólo el alma siente la respiración y más allá. Es un juego, más que inocente, es el juego del amor. Sólo se deja llevar y las caricias, uff qué caricias. Son caricias suaves, tiernas, dulces, pero aún sin encender la llama de la pasión.

Besos a las seis

-1-
Un suspiro sobre mi cuerpo, un caluroso roce de labios y una exquisita risa perdida. La mente sigue en blanco y todo... se esfumó.
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