Ese día la despertó una fresca brisa y campanas coloniales. Estaba lejos de la ciudad y del hogar. Escapar no era su especialidad, pero hace un par de días se sentía diferente y se atrevió.
No estaba en un sueño, allí a su lado estaba él. Su cuerpo estaba descubierto y aún dormía. No quiso despertarlo y sólo apreciaba su sonrisa. Sus ojos no asimilaban la situación, pero dejó de importarle y se dejó llevar.
De repente abrió los ojos, se vieron con amor y tristeza, tenían que regresar. Sabían muy bien que se apartarían de nuevo y pasaría un tiempo incierto para volver a estar juntos.
Mientras se vestían una lágrima recorrió su rostro, la guardó en el bolsillo de su pantalón, sonrió, aún tenían el escondite mágico.
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