Como parte de la gama, tan extensa, de actividades lúdicas de fin de semana en un centro comercial, me tomé la libertad ir al cine (Qué otra). Los rigurosos preparativos, previo ver la película: lectura de cartelera y sinopsis de cada estreno, elección de película, horario y adquisición de alimentos me los salté. Estaba decidida a ver una película con bastante popularidad y bulla en facebook, radio y medios escritos: Puro mula. Un joven, no tan joven, que al perder a su sobrino hace un recorrido de sus últimos años de vida, los cuales no han sido muy emocionantes. Demuestran la irresponsabilidad e indiferencia que adquirió con el paso de los años.
Dentro la historia me llamó la atención el diálogo que cada personaje intercambiaba, ya que además de gestos, incluían todo un repertorio de "malas palabras". No me pareció maleducado y no vengo a dar lecciones del buen lenguaje. Sólo me llamó la atención, porque son parte de nuestra cultura.
En Guatemala no es raro que desfilen con bastante énfasis y delicadeza en una conversación y destaca mejor entre el público masculino. "Qué onda vos cerote" puede ser un saludo, normal, entre amigos. Son palabras y expresiones que enriquecen nuestro desahogo o lo que queremos expresar, pero se manejan acorde al contexto. No podemos saludar así a nuestro jefe o a la abuela. A medida que observo la trama, hago mi pequeño análisis y al salir escucho el entorno, las malas palabras vibran en el ambiente. Entre amigos, peleas, descripciones con sentimiento y opiniones.
Las malas palabras desafiaban lo establecido y eran lo opuesto a hablar culto. Convencía a las clases sociales que si no las manejaban era ser mejor persona. Ahora estas mismas palabras las leo y escucho en comentarios que al parecer poco a poco se han ido transformando en parte del vocabulario para expresar pensamientos, opiniones y desafían a los análisis rigurosos. Ayudan a construir o reforzar la descripción de un objeto o persona, y reforzar la discriminación y prejuicios. Se convierten en adjetivos o sustantivos más fáciles de pronunciar o comprender entre sujetos.
Lo veo cuando alguien quiere expresar su opinión a un/a candidato/a político. Los recursos de la mente se reducen a sólo malas palabras y en escanear su imagen, más que cuestionar o tratar de desenredar las estrategias o ideas detrás de toda acción que realizan. No hay que abusar de esas palabras, porque poco a poco se vuelven nuestros únicos recursos, que considero como pobres y vacíos cuando no saben qué decir para ganar o justificar una discusión. Y sólo sos Puro/a Mula, indiferente e irresponsable.
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