domingo, 13 de mayo de 2012

Letras

Esa noche fue horrible. El lado izquierdo de mi cara besaba el polvo del piso que estaba frío. La luz de mi habitación lograba colarse por la parte inferior de mi librera. Y aunque era difícil ver al fondo, forcé la vista y las encontré. Allí estaban todas las letras juntas en una esquina, hechas un molote. Sus ojitos reflejaban pánico y se subían unas en otras para que no las alcanzara. Se aferraban al fondo parecía como si las fuera a matar o comer. Tomé un lápiz para alcanzarlas mejor. Empecé a moverl0 lentamente, para que no les diera un infarto. Me mordía el labio de los nervios. Tenía que sacarlas de alguna manera. El tiempo corría y no tenían ningún plan para que salieran. Les hice ruidos como cuando una madre le habla extraño a su bebé. Pero no se quedaban quietas. No querían salir. Tenían miedo. Me empecé a desesperar. El lápiz cobró fuerza y se movió más rápido. Empecé a amenazarlas. Fruncí el seño. Tenían que salir de una u otra manera. Era molesto tener que hacer esto seguido. Me detuve y les grité. Se arrejuntaron más las idiotas, durante el grito y el susto que se pegaron empezaron a escalar unas sobre otras con más fuerza. Tanto que una resbaló y rodó cerca de mi mano. Me quedé quieta en lo que ella se levantaba y recobraba fuerza. La tomé entre mis dedos con fuerza. Estaba molesta. ¿Por qué huían? Sentía entre los dedos cómo trataba de zafarse. Empecé a hacer más presión contra su cuerpo. Era la letra H. Muda sólo abría la boca como si estuviera gritando, pero no salía ruido alguno. Sus ojos tenían lágrimas. Me dio tanta lástima que un nudo empezó a crecer en mi garganta. La odié. Presioné con más fuerza y cuando abrí la mano su cadáver yacía en la palma. Estaba aguada y estrujada. La tiré abajo del mueble junto a las otras para que vieran su destino. Cuando bajé para verlas, ya no había nada.


Angel Elías dijo...

hermoso texto. cuando las palabras huyen de nuestros propósitos

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