Una espina en la espalda, se llama ilusión. Entra de día y se va de noche, poco a poco levanta mi piel. Es como, una corriente masoquista, créeme, sabe exquisito.
Expande la imaginación y remueve por momentos lo que tengo en mente. Me recuerda, seguido, que mi piel se acopla a la pobreza y me criaron tan bien, que no hay forma de desarrollar poderes mágicos e ideas que destrocen la moral. No tengo piezas de tablero que me hagan ganar, mucho menos recetas de palabras para gritar.
Allí anda, la espinita de ilusión, me persigue día a día, me trastorna. ¿Qué has hecho mal? Pregunta. Hostiga mi mente, solo me da promesas; de que es bueno disfrutar el camino y no el final. Le respondo: ¿Que qué hecho mal? Ah espinita celestial, pues aprender todo al pie de la letra y no fallar.
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