El financiamiento de los partidos políticos se dejar ver, en su máxima ostentación, cada cuatro años. Es el año 2011 y las calles, son víctimas de vallas. Los muppies se confunden como arbustos alegóricos e incluso humanos uniformados brincan por doquier. Todos exhiben rostros, promesas y colores atractivos. Los árboles modelan tiras plásticas ajenas a su naturaleza y todo esto sólo es un recordatorio de que el Estado, una vez más, será reorganizado para una nueva instancia que desea gestionar intereses, nada representativos.
Sin embargo existe algo que llama la atención, los rostros de ciertos partidos políticos, que lideran las principales fuerzas, aspiran a la presidencia o vicepresidencia, con perfiles nada tradicionales. ¡Son mujeres! A simple vista, con estas imágenes renovadas, parece que los partidos políticos agotaron sus ideas, además de la forma en que han manejado al Estado. Simple evidencia, irrebatible, de un rotundo fracaso a las demandas de los grupos sociales. ¿Aparecen para dar una nueva apariencia nuestro país o solo al partido? ¿Hay probabilidad de que se presencie una pizca de la ya famosa novela El país de las mujeres?
En el año 2007, sólo once mujeres en el mundo eran presidentas. Es el año 2011 y suman 12, solo en Latinoamérica. En Guatemala fue hasta el año 2007 que la Dra. Rigoberta Menchú, líder de pueblos originarios y Premio Nobel de la Paz tuvo la decisión y coraje de lanzar su candidatura presidencial.
Este año electoral, se contagiaron de su entusiasmo, las líderes Sandra Torres, Patricia de Arzú, Adela Camacho de Torrebiarte y Roxana Baldetti (como vicepresidente). Cada una hábil para competir, transformó la expectativa de las clásicas autoridades. Más allá de su similitud: ser mujeres líderes. Existen desafíos que tienen que enfrentar en un país con una contrastada distancia de relaciones de poder. Deber ir más allá de reconocer y respectar los derechos de la mujer, es el de reconocer el de todas y todos los habitantes.
Este amplio espectro político de 24, no, ya hay 25, esperen entraron otros 2, así que 27 partidos políticos inscritos para las elecciones 2011, ya por lo visto la cantidad no importa, sino “el grado de dependencia que tienen con otros sectores o grupos de poder, que en lugar de fortalecerlos, los debilitan cuando ya han logrado sus intereses" mencionó Renzo Rosal, politólogo.Conforme a ese grado de dependencia, no sólo económica, sino ahora de género, es como las principales fuerzas femeninas se ubican, en teoría, de la siguiente manera:
En la derecha se ubica el Partido Patriota (PP), organización no articulada bajo el liderazgo de Roxana Baldetti, sino por su máximo líder, el general retirado Otto Pérez Molina, con una excepcional carrera militar durante la guerra interna que vivió Guatemala. En este sector también se encuentra el Partido Unionista (PU), quién luego de unos cuantos muppies con la imagen de su esposo, ex presidente y actual alcalde Alvaro Arzú. Extrajeron de su costilla y obras sociales a Patricia de Arzú para traer bondad y servicio.
En el centro político, la Unidad Nacional por la Esperanza (UNE) entre escándalos más de novela que políticos, Sandra Torres. Ex esposa del actual presidente Álvaro Colom. "Aunque se sostiene de la corriente socialdemócrata, no es un partido ideológicamente coherente e incluye en su seno diversas expresiones de pensamiento político” de acuerdo a Carlos Aníbal Martínez. Pero en estos tiempos ¿Qué partido se ve coherente? Además, el partido de Acción de Desarrollo Nacional (ADN) que confirma ser humanista. “A través de su aspiración a la institucionalidad del Estado con un sentido social y capaz de brindar seguridad a la población.”
En la izquierda, luego que el 2007 revelara su fuerte división interna, por disputas de liderazgo, enfoques teóricos del pasado y estragos de lucha revolucionaria continúa la Dra. Rigoberta Menchú con su equipo 40% femenino y 90% indígena, en Winaq.
Puede posicionarse cada candidata por sus diferencias ideológicas. Pero en un país donde el desinterés ideológico predomina son los cambios radicales en el apoyo electoral a uno u otro partido lo que debe preocuparles. La inestabilidad y fragmentación es por no permitir ver más allá de un caudillo. Pueden incluir en imágenes electorales a las mujeres e incluso jóvenes. Pero los discursos se centran en lo mismo. Se asciende lo femenino a lo político, pero el protagonismo enfatiza como siempre la importancia de la educación, salud y la tan vendida erradicación de la inseguridad y pobreza. Quizás, como nueva imagen, aún tienen tiempo de incluir de dónde va a venir el presupuesto para toda esa tienda de dulces que nos muestran.
Es grato ver que den un respiro a la imagen, pero también que se vea en la acción. Es una renovación poco radical, va de paso en paso, pero trae esperanza. Un arma de dos filos al tomar presente que en un ámbito masculino su pensamiento se pueda o ya venga tergiversado, competitivo y machista. Desde ya tiene que destacar ese sexto sentido de intuición para detener aspectos más delicados que la inseguridad y pobreza, como el de las finanzas y la forma en que las instituciones obtienen, administran y reportan sus recursos.
Si bien el voto femenino se impulsó en Guatemala, hasta 1945, 66 años después se ve propicia la participación de las mujeres a la presidencia y vicepresidencia. Sin duda es un ascenso nacional del protagonismo femenino, porque ha crecido la presencia femenina en cargos electivos. Desde lo internacional y ahora a nivel nacional. En términos de resultados y consecuencias políticas, un liderazgo femenino, queda aún a las expectativas...
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