El día de hoy desperté muy feliz, el motivo: un sueño que me hizo embarcarme a la aventura. Usualmente, los sueños son especiales, emprenden el deseo de interpretarlos, adivinar qué nos quieren transmitir y queremos creer que guían en la toma de decisiones. Para mi simplemente transporta a un mundo paralelo, es un puñado de imaginación que trabaja en los momentos menos esperados y cuando estamos más relajados. Tal fue el caso de este sueño, al cual ya adorné un poco pero su esencia se mantiene....
Allí estaban, frente a la majestuosa entrada, Dana y Perim, nunca habían visto algo similar en sus vidas. Varios hombres y mujeres con aspecto serio y asombrado a la vez, observaban junto a ellos, era como si hubieran descubierto todo el dinero del mundo y sólo para ellos, en ese mismo lugar.
Dana y Pergrim habían aceptado hace un par de días atrás, emprender la aventura de sus vidas, cuando una mujer de tez morena, alta, bella y con aire intelectual los visitó a su departamento en la ciudad y les describía con cuidado el descubrimiento de su compañero. En la selva existía un montículo, más grande que el resto de pirámides, era una montaña cubierta de vegetación que entre toda la selva destacaba y era difícil de creer que fuera sólo una montaña. Después de varias investigaciones, hipótesis y pruebas, develó una puerta con escrituras muy antiguas. Les tomó un par de años descifrar los códigos pero cuando tenían todas las piezas juntas, interpretaron el secreto mejor guardado de la tribu del lugar. No decía exactamente qué era, sin embargo decía cómo llegar a él.
Cuando llegaron y se unieron al grupo, tres distintas puertas de piedra estaban entre la montaña y cada una tenía suficientes obstáculos inesperados que tendrían que enfrentar, para poder llegar al famoso secreto. Sólo una los llevaría al verdadero tesoro. Todos conversaban y se imaginaban qué podría ser ese secreto. Algunos mencionaban la posibilidad de que ellos tuvieran cantidades enormes de oro, otros indicaban que tenían respuestas que nadie ha podido responder hasta entonces. Dana tenía sueño y sólo pensaba en la aventura que tendrían. Su esposo Perim, la abrazaba y juntos tomaban fotografías de la entrada. Era difícil observar el interior de las tres puertas que ya estaban cuidadosamente abiertas. Estaba oscuro y eran las tres de la mañana. El grupo de científicos y exploradores revisaban el equipo y decidían quién iría en cuál puerta. Después de un par de minutos tenían los equipos distribuidos y entre nervios, gritos de alegría y grandes "Ooohh"
- Nos tocó la puerta del mono- señaló a la pareja, un joven, sonriente y llamándolos con ademanes. - Me llamó Carm- dijo estrechando su mano. Dana y Perim le respondieron con una sonrisa.
- Ella es mi esposa Dana y yo soy Perim, ella trabaja como investigadora social y yo soy mercadólogo, que le gusta la aventura.
- Genial- seguía sonriendo Carm - ¿Están seguros de continuar en este gran descubrimiento? Nadie sabe qué podemos encontrar- Carm caminaba a medida que conversaba con ambos, seguía muy feliz y se notaba la emoción que irradiaban sus ojos color café claro. Tenía unos veinticinco años y poco a poco les fue detallando que era antropólogo, le gustaba el deporte y era un lector muy ávido, especialmente de la ciencia ficción. Su estatura era poco común en ese lugar, era alto, delgado y es probable que no hiciera suficiente deporte, porque aún se notaban sus dedos huesudos y blancos. Su cabello castaño claro era largo y lo sostenía una cola de colores rastafari. Dana estaba acostumbrada a tener compañeros de trabajo con ese aspecto, pero para Perim era algo nuevo y una curiosidad, mientras continuaban bajando por unas escaleras de piedra, llenas de polvo, veía sus pulseras en ambas manos y en sus tobillos, parecía que eran de distintos países.
En poco tiempo tuvieron que encender todas las linternas, porque iban descendiendo y el túnel se iba poniendo oscuro que era imposible ver más allá de las pestañas. Dana volteaba de vez en cuando y se iba despidiendo de la entrada y la luz, ya estaba amaneciendo.
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