Mi lucha, de Hitler, es un excelente libro, es el ejemplo para poder confirmar que definitivamente las campañas electorales se ganan o se pierden a un nivel estratégico y táctico.
Hitler fue un personaje conocido y nada ajeno a la clase política tradicional. Sin embargo su giro al análisis riguroso de las tácticas de la I Guerra Mundial, fue la clave de su éxito. Incluso tuvo el agrado de compartirnos el secreto de su éxito en el libro. ¿Qué implica el triunfo de Hitler? ¿Cuáles fueron las estrategias de precampaña que impulsó para ganar la nominación y ganar?
Existen distintas variables o para poderlo comparar con un juego de ajedrez, concurren varias piezas y una de ellas, la reina: propaganda predominó. Quién iba a pensar que Hitler fuera la inspiración de muchos, en términos propagandísticos políticos y empresariales. Agrego empresariales ya que la guerra, en nuestros tiempos, se trasladó a otro tablero, donde de dos marcas de gaseosas luchan cara a cara o dos marcas de zapatos, restaurantes de comida rápida, etc.
Cada aspecto que Hitler detalló en los capítulos de Mi Lucha se ha convertido en ley o principio, dentro las técnicas de propaganda. Si bien es cierto que ninguna campaña es igual, existen varias piezas que cuando están juntas, en una posición estratégica, (claro siempre dependerá de la situación) se vale aplicar en cada campaña:
1. Simplicidad
2. Mensaje con carga emocional
3. Simpatía
4. Síntesis
5. Sorpresa
6. Repetición
7. Saturación y desgaste
8. Dosificación
9. Orquestación
Hitler es visto como una figura cruda, enferma y un sinfín de términos negativos, pero no se diferencia de los candidatos que hoy existen en nuestra vida e incluso empresas con sus estrategias de mercadeo. Puede que él haya sido más obvio que muchos personajes, pero todos aún ven la guerra como un teatro. Donde la propaganda, es un medio, condicionada por el objetivo perseguido. Se dirige a la masa, no a intelectuales. Su fin no es más que llamar la atención de hechos, necesidades, etc. Dirigida al sentimiento. Tiene que ser popular y adaptarse al nivel intelectual promedio.
El arte de la propaganda reside justamente en la comprensión de la mentalidad y de los sentimientos de la gran masa y en nunca ridiculizar al adversario. Asimismo el objetivo de la propaganda es “reclutar”, conseguir compradores. Imponer una doctrina a todo el pueblo o porqué no una moda. Orienta la opinión pública. ¿Qué no se ve todo eso aún? Se dan batallas entre qué marca de ropa es mejor, qué candidato político es mejor, pero sin ir a fondo, sólo por la imagen y lo emotivo.
Quizás algo que en ese tiempo no se había visto, es que ahora toda esa batalla se está trasladando a la tecnología: el Internet. Por ejemplo Obama se mantuvo por sus cuentas en facebook y twitter. Gálvez para las elecciones se mantenía “cerca” de sus estudiantes por estos medios también y también Geidy en nuestra Escuela, ese sería la pieza extra que ahora existe, con la cual se refuerza el ganar la candidatura a algún puesto o adquirir más compradores.
Que blog más colorido!!! que bien...
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